Por Marcelo Damiani
No somos los que evitamos recorrer calles vacías
refugiándonos de la lluvia y los fantasmas
en sucios cafés llenos de humo.
No somos los que miramos tras vidrios empañados
buscando escapar del insomnio de la vida
en un mismo punto del camino.
No somos los que se vanaglorian de la presencia física
ni los que no respiramos la tensión de la muerte
dormitando al otro lado de las rejas.
No somos los que no viajamos en trenes repletos
negando la absoluta indiferencia del mundo
ante la realidad de nuestros muertos.
No, nunca fuimos nada, nada de eso,
tal vez porque sólo somos
oscuros pasajeros.