jueves, 3 de febrero de 2011

"H..." Prólogo a El efecto Libertella de M. Damiani

Héctor Libertella
    “Me parece que el efecto Libertella, también, es esa sensación de vacío que nos embarga cada vez que le ponemos el punto final a un texto, y por algún extraño motivo, como decía Orson Welles, la máquina de escribir nunca nos aplaude.”

Pablo Orlando

Fue probablemente con la llegada del siglo que a Héctor Libertella y a mí se nos ocurrió la idea histérica de hacer un libro inclasificable (como muchos de los suyos, quizá también un poco como éste). Sostener que “íbamos a escribirlo” sería excesivo, ya que su parte principal, las 60 páginas de La santidad sublime del último místico carnal, iban a estar en blanco. Empezaría con un prólogo firmado por Alan Moon donde se hablaría de cualquier cosa menos del libro, como en la mayoría de los buenos prólogos, y terminaría con una falsa entrevista de D a L donde se plantearían, discutirían y finalmente negarían varias hipótesis delirantes sobre la verdadera esencia del texto. Su título, con el tiempo, misteriosamente se convertiría en una sola letra: H.
       La historia de H resuena como un eco espectral en esa pregunta que Libertella se hace al inicio de La arquitectura del fantasma: “¿Cómo será la autobiografía de un nonato?”. No lo sabemos, ciertamente, pero esta inquietud no nos impide imaginar la causa de dicha preocupación. Tal vez fue Cioran quien vio el problema con mayor claridad: “No haber nacido, de sólo pensarlo, ¡qué felicidad, qué libertad, qué espacio!”. Porque lo cierto es que Libertella nació, obviamente, y nació en Bahía Blanca, justo el 24 de agosto de 1945, el mismo día que Borges festejaba sus 46 años. Quizá esta circunstancia fortuita marcó desde el comienzo su precoz destino literario, puesto que a los 13 ya había escrito, ilustrado, encuadernado y hecho circular dos novelas completas. Por eso, cuando ganó el prestigioso Premio Paidós, con más de diez años de oficio sobre sus espaldas, se podría decir que era un escritor mucho más experimentado que experimental.

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miércoles, 2 de febrero de 2011

El efecto Libertella en Perfil

Por Sergio Nuñez

       Autor de una veintena de libros a lo largo de cuatro décadas, su trayectoria parece haber recorrido el camino inverso al de muchos escritores: De la temprana consagración a los 23 años con el premio Paidós por El camino de los hiperbóreos a la cátedra microscópica que llevó adelante en su mesa preferida en el bar Varela Varelita –en la que ejercitaba aquello de que allí donde hay un interlocutor se constituye un mercado–, Libertella practicó el arte de la reescritura para evaporar sus textos y su presencia hasta convertirlos en fantasmas “siempre un poco ilegibles entre las líneas del mercado”.
       De esa presencia, tan fantasmática como crucial, dan cuenta cuatro generaciones de críticos y escritores que, a modo de homenaje, se abocaron a escribir sobre su obra en un volumen colectivo (compilado por Marcelo Damiani y publicado por Beatriz Viterbo editora), cuyo nombre, El efecto Libertella, ya habla por sí solo del trabajo de erosión subterránea que estos textos vienen ejerciendo en la literatura argentina actual.

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martes, 1 de febrero de 2011

Confesiones musicales

Confesiones impersonales (2010) es el tercer libro de poesía de Carlos Schilling, y si por una de esas cuestiones de la vida no llegara a escribir otro, su destino de poeta ya estaría cumplido de manera brillante. Es que desde Mudo (2001), premiado en España, pasando por las bellas sextinas de Formas de ver el mar (2006), y sin olvidar su gran novela Mujeres que nunca me amaron (2007), el autor nacido en Sunchales (1965) viene realizando un trabajo único con la lengua.
Walter Pater, maestro de Oscar Wilde y de Gerard Manley Hopkings (poeta jesuita admirado por Schilling), sostenía que todas las artes tienden a la música, y que no hay aspiración mayor. No conozco otro autor que persiga esta idea con tanto éxito como Schilling. Su poesía es siempre (y antes que nada) música. "Si cada noche vuelven las estrellas / y vuelve el viento y vuelven a fundirse / los amantes y el mar en mi memoria, / si hay más vasos, más sed y más botellas / y brindar equivale a despedirse, / ¿es el fin el principio de otra historia?" Música vana, música porque sí, podríamos agregar, parafraseando a Nalé Roxlo.

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