Por Eugenio Montejo
La Vida toma aviones y se aleja;
sale de día, de noche, a cada instante
hacia remotos aeropuertos.
La Vida se va, se fue, llega más tarde;
es difícil seguirla: tiene horarios
imprevistos, secretos;
cambia de ruta, sueña a bordo, vuela.
La Vida puede llegar ahora, no sabemos,
puede estar en Nebraska, en Estambul,
o ser esa mujer que duerme
en la sala de espera.
La Vida es el misterio en los tableros,
los viajantes que parten o regresan,
el miedo, la aventura, los sollozos,
las nieblas que nos quedan del adiós y
los aviones puros que se elevan
hacia los aires altos del deseo.