miércoles, 2 de febrero de 2011

El efecto Libertella en Perfil

Por Sergio Nuñez

       Autor de una veintena de libros a lo largo de cuatro décadas, su trayectoria parece haber recorrido el camino inverso al de muchos escritores: De la temprana consagración a los 23 años con el premio Paidós por El camino de los hiperbóreos a la cátedra microscópica que llevó adelante en su mesa preferida en el bar Varela Varelita –en la que ejercitaba aquello de que allí donde hay un interlocutor se constituye un mercado–, Libertella practicó el arte de la reescritura para evaporar sus textos y su presencia hasta convertirlos en fantasmas “siempre un poco ilegibles entre las líneas del mercado”.
       De esa presencia, tan fantasmática como crucial, dan cuenta cuatro generaciones de críticos y escritores que, a modo de homenaje, se abocaron a escribir sobre su obra en un volumen colectivo (compilado por Marcelo Damiani y publicado por Beatriz Viterbo editora), cuyo nombre, El efecto Libertella, ya habla por sí solo del trabajo de erosión subterránea que estos textos vienen ejerciendo en la literatura argentina actual.

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