miércoles, 2 de octubre de 2013

Jueces

Por Alan Moon

He comprendido muchas cosas a partir de mi muerte. La más importante, sin duda, es que la labor de firmar prólogos visionarios, como simulo hacerlo por amistad de vez en cuando, no es un oficio para cualquiera, y mucho menos para pusilánimes como mis contemporáneos. Se trata de una profesión peligrosa, destinada a los pocos que ignoramos el sabor del miedo y podemos jactarnos de ser el mejor impostor. Es decir: Yo. Solo "Yo".

El resto del prólogo acá.