miércoles, 3 de junio de 2015

Caín que estás en los cielos


Por Marcelo Damiani

        El mayor logro de Cabrera Infante parece ser el estilo de Caín. Esa suerte de poeta (meta)-físico que trata de traducir el ritmo fluyente y refluyente de la vida aún a sabiendas que los rayos de la imposibilidad caerán sobre él. Y es en esta puesta en escena del delirio donde se conecta la locura de Caín con la poética de Cabrera Infante. Porque el crítico Caín vive acosado por una inconmensurable multitud de nombres, historias, estilos y datos que cuando se mezclan empiezan a remitir enloquecidamente unos a otros (como si se tratara de un crucigrama desquiciado) y que puede terminar formando un lenguaje propio de sintaxis desbocada. En este mapa sin brújula que es la escritura, Cabrera Infante parece descubrir que el lenguaje es capaz de encontrar la solución a eso que se revela como inacabado o insaciable. Descubre que se pueden escribir textos intensos y extensos sometiendo el lenguaje al vagabundeo permanente entre las citas interminables de la cultura.

       El texto completo acá.