jueves, 3 de diciembre de 2009

La vida

                            Por Eugenio Montejo

La Vida toma aviones y se aleja;
sale de día, de noche, a cada instante
hacia remotos aeropuertos.

La Vida se va, se fue, llega más tarde;
es difícil seguirla: tiene horarios
imprevistos, secretos;
cambia de ruta, sueña a bordo, vuela.

La Vida puede llegar ahora, no sabemos,
puede estar en Nebraska, en Estambul,
o ser esa mujer que duerme
en la sala de espera.

La Vida es el misterio en los tableros,
los viajantes que parten o regresan,
el miedo, la aventura, los sollozos,
las nieblas que nos quedan del adiós y
los aviones puros que se elevan
hacia los aires altos del deseo.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

La nueva religión

       David Lodge es uno de esos raros escritores que pueden escribir novelas serias mientras hacen reír a todo el mundo. Tal vez no esté de más aclarar que su sentido del humor, sumado a su prosa sencilla pero efectiva, y a la caracterización del pequeño mundo universitario anglosajón, lo han convertido en uno de los mejores escritores ingleses de la actualidad.

       La entrevista completa acá.

martes, 1 de diciembre de 2009

Dejemos hablar al viento

Por Juan Carlos Onetti 

       Desde muchos años atrás yo había sabido que era necesario meter en la misma bolsa a los católicos, los freudianos, los marxistas y los patriotas. Quiero decir: A cualquiera que tuviese fe, no importa en qué cosa; a cualquiera que opine, sepa o actúe repitiendo pensamientos aprendidos o heredados. Un hombre con fe es más peligroso que una bestia con hambre. La fe los obliga a la acción, a la injusticia, al mal; es bueno escucharlos asintiendo, medir en silencio cauteloso y cortés la intensidad de sus lepras y darles siempre la razón.

martes, 3 de noviembre de 2009

Un ajedrecista llamado Humphrey Bogart

       "Bogart tenía un modesto lugar en el teatro como director de escena y actor de reparto y había recibido una oferta en Hollywood, cuya industria necesitaba actores que supieran hablar, mientras aprendían a hacerlo las estrellas del cine mudo. El actor marchó solo a Los Ángeles y luego de una estancia de algunos meses su contrato no fue renovado. Los productores adujeron la baja estatura y el labio partido, que le producía un ceceo al hablar, como un impedimento para que Bogart llegara a ser un galán de la pantalla. Así que volvió a Nueva York, y luego de algunos tropiezos logró reanudar su relación matrimonial con (Mary) Phillips.
       No fue fácil encontrar trabajo. Nadie en Broadway se impresionaba por el hecho de que Bogart hubiese filmado películas en Hollywood. Las obras para las que era contratado no permanecían más de una semana en cartelera, y se veía en serios problemas financieros. La pareja tenía como vecinos a otros dos matrimonios de actores con quienes hicieron un “fondo común para comida”. Y como el hambre es inteligente, a Bogart se le ocurrió que una forma de conseguir ingresos extras era jugando ajedrez. Una vez lo intentó y fue a las galerías de la Sexta Avenida donde ofrecía jugar una partida por una apuesta de medio dólar. Al final del día los resultados fueron suficientes para colaborar “con el fondo de la comida”. Así que el actor iba por las mañanas a las galerías, entraba a un local u otro y esperaba a los apostadores.
...
       En los círculos ajedrecísticos se cree que fue el propio Bogart quien sugirió incluir el ajedrez en la película. Pero Ann Sperber y Eric Lax, autores de una de las biografías más completas sobre el actor (Bogart, Tusquets, Barcelona, 1999), aseguran que fue Howard Koch el de la idea, pues la partida es una metáfora “de la complejidad ajedrecística que caracteriza a la intriga de Casablanca.
       La introducción del personaje de Rick Blaine es el tablero de ajedrez. Se ve también una copa de champaña vacía, un cigarrillo consumiéndose y un pagaré por un deuda de juego. Luego la cámara retrocede hasta un plano medio de Bogart frente al tablero, jugando una partida en solitario.
       Bogart, como hemos visto, era un estudioso de la defensa Francesa (y en el contexto de la película no podría más adecuada). Ésta es la posición con la que empieza la escena. Se ha llegado a ella después de 1. e4 e6 2. d4 d5 3. Cc3 Cf6 4. Ag5 Ae7 5. e5 Cfd7 6. h4 c5 7. Axe7 Dxe7. En este momento Rick es interrumpido y antes de abandonar el tablero toma el caballo de c3 y con un gesto de fastidio lo lleva a b5.
...
       Finalmente Bogart contrajo matrimonio con Lauren Bacall en mayo de 1945. Ella tenía 20 y él 45 años. Y es que además de su elegancia y sus largas piernas, “me gusta su juventud –decía el actor–, su carnalidad y su actitud de ‘me tiene todo sin cuidado’”. Betty (Bacall) también superaba a todas las demás por algo muy sencillo: Sabía jugar ajedrez.
...
       Después del nacimiento de su segundo hijo, la revista Silver Screen le preguntó cuáles eran las cosas más importantes en su vida. Bogie enumeró cuatro: la familia, el cine, la navegación y el ajedrez."

       La nota completa acá.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Justicia Poética

Por Germán Cáceres

       Esta novela se proclama chandleriana desde su título. Escrita en primera persona, su protagonista –cuyo nombre no se revela– ironiza sobre los acontecimientos que vive con una visión entre romántica y desencantada, digna del mismo Philip Marlowe.
       El libro se abre con un curioso prólogo de Alan Moon, donde hace una apología del ajedrez –tan vinculado por su lógica al proceso de la novela enigma– y afirma que “prefiere mil veces leer una novela escrita por un ajedrecista que soportar a los novelistas hablando de ajedrez”.
       La historia comienza cuando un adolescente contrata al detective para localizar a una modelo. En su búsqueda, nuestro héroe recorre una gran ciudad –también sin nombre como él– y allí se topa con personajes excesivos y excéntricos. La urbe ficcional adquiere sesgos fantasmales que invitan al lector a pensarla como una metrópolis monstruosa, mezcla de Córdoba, Buenos Aires y tal vez Nueva York.
       La trama atrapa por la calidad de los diálogos, ya que impera en ellos un sarcasmo por momentos brutal, salidas ocurrentes y réplicas brillantes. Se palpa la respiración del ingenio y la ironía de Chandler, pero muchas bellas imágenes y situaciones revelan que Damiani también es asiduo lector de Horace McCoy, Jim Thompson y Elmore Leonard, entre muchos otros.
       El narrador transita con humor por los tics y clichés de la novela negra, adoptando una clave paródica que alcanza la desmesura con una auténtica invasión de mujeres fatales dispuestas a devorar hombres. Sin embargo, esta parodia no sólo homenajea al género, sino que en el fondo está impregnada por un sentimiento de vacío, soledad y frustración. Un personaje femenino se pregunta: “¿O que llegado un momento no vas a sentir ese hastiante hastío por la vida que se ve que sienten esos millones de personas que andan por la calle como perdidos en la selva?”.
       La modelo comparte el nombre con la hermana del protagonista, y este recurso hace que la historia no sólo avance, sino que también retroceda por medio de evocaciones que a veces rayan con lo onírico. La narración, de esta forma, se desvía saludablemente haciendo que realidad y sueño se entremezclen mientras los hechos se tornan vagos e imprecisos. Esta atmósfera difuminada es la que permite que la resolución caprichosa del caso se vuelva convincente, puesto que pierde importancia ante el terreno ganado por la poesía.
       Por último, el libro nos regala una “mirada del adiós”, cuando el protagonista reflexiona que “los muertos siempre están vivos para nosotros de una u otra forma, y que en cambio nosotros, los vivos, estamos muertos para ellos”.

       Nota publicada en la revista “El Gato Negro” (1995).

domingo, 1 de noviembre de 2009

Novela porteña versus novela nacional

       "Partiendo de un juicio de Julio Cortázar como disparador, los escritores Martín Kohan, Marcelo Damiani y Fabián Soberón reflexionaron en una mesa redonda sobre la antinomia entre la novela de Buenos Aires y la del resto de la Argentina. Debate y opiniones cruzadas sobre la crítica y los medios".

       Por Román García Azcárate.

       La nota completa acá.

sábado, 3 de octubre de 2009

"Cara de luna" por Jack London

Una historia de mortal antipatía

       John Claverhouse era un hombre con cara de luna. Ya conocen el tipo: Pómulos muy separados, mandíbula y frente fundiéndose en las mejillas para completar la perfecta redondez, y la nariz ancha y gordinflona, equidistante de la circunferencia, aplastada contra el centro exacto de la cara, como una bola de masa pegada al techo. Quizá yo lo odiaba por eso, porque se había convertido en una verdadera ofensa para mis ojos, y yo creía que la tierra estaba incómoda con su presencia. Quizá mi madre pudo haber sido supersticiosa de la luna y miró por encima del hombro equivocado en el momento equivocado.
       Pero fuera como fuese yo odiaba a John Claverhouse. Y no era que me hubiera hecho lo que la sociedad consideraría un daño o una mala jugada. Lejos de eso. El mal era de una clase más profunda y sutil; tan elusivo, tan intangible como para desafiar un análisis en palabras claras y definidas. Todos hemos experimentado tales cosas en algún momento de nuestras vidas. Vemos por primera vez a un individuo, el cual un instante antes no soñábamos que existiera, y entonces, al momento de verlo nos decimos: "No me gusta ese hombre." ¿Por qué no nos gusta? Ah, no lo sabemos; todo lo que sabemos es que no nos gusta. Hemos adquirido una aversión, eso es todo. Así me pasó con John Claverhouse.
       ¿Qué derecho tenía un hombre como él a ser feliz? Y sin embargo era un optimista. Siempre estaba sonriente y contento. ¡Al maldito siempre le salía todo bien! ¡Ah, cómo atormentaba a mi alma que fuera tan feliz! Otros hombres podían reír y no me molestaba. Incluso yo mismo solía reír, antes de conocer a John Claverhouse.
       Pero su risa me irritaba, me enloquecía como ninguna otra cosa bajo el sol podía irritarme o enloquecerme. Me perseguía, se apoderaba de mí y no me soltaba. Era enorme, gargantulesca. Despierto o en sueños siempre estaba conmigo, zumbando y haciendo vibrar las cuerdas de mi corazón como un enorme chirrido. Al despuntar el día me llegaba escandalosa a través de los campos para arruinar mi agradable ensueño matutino. Bajo el brillo doloroso del mediodía, cuando la vegetación languidecía y los pájaros se retiraban a las profundidades del bosque, y toda la naturaleza dormitaba, sus enormes "¡Ja! ¡Ja!" y "¡Jo! ¡Jo!" se elevaban hasta el cielo y desafiaban al sol. Y en la medianoche negra, desde la solitaria encrucijada por la que volvía del pueblo a su propiedad, llegaban sus risotadas atormentadoras a despertarme de mi sueño y me hacía retorcer y clavarme las uñas en las palmas de mis manos.
       Por las noches me acercaba en secreto a su propiedad y soltaba el ganado en sus campos, y a la mañana oía su risa escandalosa mientras sacaba las reses de los sembrados. "No es nada, decía; no se puede culpar a las pobres y tontas bestias por buscar mejores pastos."
       Tenía un perro llamado "Marte", una enorme y magnífica bestia, medio galgo y medio sabueso, y con un cierto parecido con ambos. Marte era una gran alegría para él y siempre estaban juntos. Pero yo esperé mi hora, y un día, cuando se presentó la oportunidad, atraje al animal y lo liquidé con carne y estricnina. Esto no causó ningún efecto en John Claverhouse. Su risa siguió siendo tan alegre y frecuente como antes y su cara la misma luna llena que había sido siempre.
       Entonces prendí fuego a sus pajares de heno y a su granero. Pero a la mañana siguiente, siendo domingo, se marchó alegre y contento.
       –¿Adónde va? –le pregunté cuando pasó por la encrucijada.
       –Truchas –dijo, y su cara brillaba como una luna llena–. Me vuelven loco las truchas.
       ¿Hubo alguna vez un hombre más insoportable? Toda su cosecha había desaparecido con el heno y el granero. Yo sabía que no estaba asegurado. ¡Y aún así, enfrentado al hambre y al invierno riguroso, se iba alegremente a buscar un montón de truchas nada más que porque "lo volvían loco"! Si la tristeza hubiera permanecido aunque fuera ligeramente en su ceño, o si su semblante bovino se hubiera alargado por la seriedad para parecerse menos al de la luna; o si hubiera hecho desaparecer esa sonrisa de su cara aunque tan sólo fuera una vez, estoy seguro que podría haberlo perdonado por existir. Pero no. Se volvía cada vez más contento en la desgracia.
       Lo insulté. El se me quedó mirando sonriente y sorprendido.
       –¿Pelear con usted? ¿Por qué? –me preguntó lentamente. Y luego se echó a reír–. ¡Usted es muy gracioso! ¡Jo, jo! ¡Me va a matar de risa! ¡Je, je, je! ¡Oh, jo, jo, jo!
       ¿Qué hubieran hecho ustedes? Estaba más allá de lo soportable. ¡Por Dios, cómo lo odiaba! Y encima estaba ese nombre: ¡Claverhouse! ¡Qué nombre! ¿No era absurdo? ¡Claverhouse! ¡Tengan piedad! ¿Por qué Claverhouse?, me preguntaba yo una y otra vez. No me hubiera molestado que se llamara Smith o Brown o Jones, ¡pero Claverhouse! Lo dejo a su consideración. Repítanlo para ustedes mismos: Claverhouse. Sólo escuchen su sonido ridículo: Claverhouse. ¿Debe vivir un hombre con ese nombre?, les pregunto. "No", dicen ustedes. Y "no", digo yo.
       Entonces me acordé de su hipoteca. Con sus cosechas y su granero destruido, yo sabía que él no sería capaz de pagarla. Así que hice que un solapado, silencioso y avaro prestamista la adquiriera. Yo no aparecía, pero a través de este agente forcé el juicio hipotecario, y no le concedieron más que unos cuantos días (no más, créanme, que los que permite la ley) para que sacara sus cosas de la propiedad. Entonces fui a dar un paseo para ver cómo lo tomaba, dado que había vivido allí durante más de veinte años. Pero me recibió guiñando sus ojos con forma de plato, y con la alegría iluminando y extendiéndose por su cara hasta que era como una saliente luna llena.
       –¡Ja, ja, ja! –rió–. ¡Qué rústico más gracioso es ese hijo mío! ¿Ha oído algo semejante? Déjeme contárselo. Él estaba jugando al borde del río, cuando un pedazo de la orilla se desprendió y lo salpicó. "Ay, papá, gritó, un enorme lodazal brotó hacia arriba y me alcanzó".
       Se detuvo y esperó que yo me uniera a su alegría infernal.
       –No veo nada risible en ello –dije brevemente, y estoy seguro que mi rostro se amargó.
       Me miró con asombro y entonces apareció la maldita luz, resplandeciendo y extendiéndose como he descrito hasta que su cara brilló suave y cálida como la luna de verano, y luego la risa: "¡Ja, ja! ¡Qué gracioso! Usted no lo ve, ¿eh? ¡Je, je! ¡Jo, jo, jo! ¡No lo ve! Pues mire. Usted sabe que un lodazal..." Pero giré sobre mis talones y lo abandoné. Era lo último. No podía soportarlo más. ¡La cosa tenía que terminar ahí mismo, pensé, maldición! La tierra debería desembarazarse de él. Y mientras subía la colina podía oír su risa monstruosa reverberando contra el cielo.
       Ahora bien, yo me enorgullezco de hacer las cosas limpiamente, y cuando resolví matar a John Claverhouse tenía pensado hacerlo de tal forma que no me avergonzara al recordarlo. Odio la torpeza y odio la brutalidad. Para mí hay algo repugnante en golpear a un hombre sólo con el puño. ¡Uf! ¡Es repugnante! Así que matar a tiros, a puñaladas o a palos a John Claverhouse (¡ay, ese nombre!) no me atraía. Y no sólo me sentía impulsado a hacerlo limpia y artísticamente, pero también de tal forma que no pudiera recaer ni la más ligera sospecha sobre mí.
       Hacia este fin incliné mi intelecto, y después de una semana de profunda incubación, elaboré el plan y me puse a trabajar. Compré una perra de aguas de cinco meses de edad y dediqué toda mi atención a entrenarla. Si alguien me hubiera espiado, habría comprendido que ese entrenamiento consistía enteramente en una cosa: La recuperación. Le enseñé a la perra, a quien llamé "Bellona", a traerme palos que yo tiraba al agua, y no sólo a traerlos, sino a traerlos inmediatamente, sin mordisquearlos o jugar con ellos. El objetivo era que no debía detenerse por nada hasta devolver el palo rápido. La acostumbré a correr detrás de mí con el palo en la boca cuando me alejaba hasta que me alcanzara. Era un animal inteligente, y tomó el juego con tanto entusiasmo que al poco tiempo estuve satisfecho.
       Después de eso, en la primera oportunidad que tuve, le regalé el animal a John Claverhouse. Yo sabía lo que hacía, porque conocía una de sus pequeñas debilidades, y uno de sus pequeños pecados secretos del cual era un constante e inveterado culpable.
       –No –dijo cuando puse la punta de la cuerda en su mano–. No, usted no habla en serio –y su boca se abrió ancha y sonrió con toda su maldita cara de luna.
       –Yo, yo creía, por alguna razón, que no le caía bien –explicó–. ¿No es gracioso que yo cometiera ese error? –y al pensar en ello se apretaba los costados por la risa.
       –¿Cómo se llama? –se las arregló para preguntar entre paroxismos.
       –Bellona –le dije.
       –¡Je, je! –se rió disimuladamente– ¡Qué nombre más gracioso!
       Rechiné los dientes, porque su alegría me ponía nervioso, y estallé: "Ella era la esposa de Marte".
       Entonces la luz de su cara de luna llena comenzó a disminuir hasta que explotó: "Ese era mi perro. Bueno, me imagino que ella ahora es viuda. ¡Ah! ¡Jo, jo! ¡Ay! ¡Je, je! ¡Jo!", gritó tras de mí y yo me di vuelta y huí rápidamente por sobre la colina.
       Pasó una semana y el sábado a la noche le dije:
       –Usted se va el lunes, ¿no?
       Asintió con la cabeza y sonrió.
      –Entonces no tendrá otra oportunidad de obtener una porción de esas truchas que "lo vuelven loco".
       Pero él no se dio cuenta de la burla.
       –Ah, no sé –se rió entre dientes–. Mañana voy a tratar de hacerlo con toda mi alma.
       De este modo me aseguré doblemente y volví a mi casa abrazándome a mí mismo de placer.
      Muy temprano, a la mañana siguiente, lo vi salir con una red de pescar una bolsa y Bellona trotando atrás de él. Yo sabía adónde iba, así que corté por el pastizal trasero y ascendí por entre los matorrales hacia la cima de la montaña. Manteniéndome cuidadosamente oculto lo seguí por la cresta a lo largo de tres kilómetros hacia un anfiteatro natural entre las montañas, donde el pequeño río corría hacia abajo saliendo de una garganta y se detenía a recobrar el aliento en un enorme y plácido estanque contenido por las rocas. Ese era el lugar. Me senté en el borde de la montaña, desde donde podía ver todo lo que pasaba, y encendí mi pipa.
       Antes de que pasaran muchos minutos, John Claverhouse apareció chapoteando por el lecho de la corriente. Bellona andaba cerca de él, y los dos estaban en buena sintonía, mezclándose los cortos y abruptos ladridos de la perra con las más profundas notas del pecho de Claverhouse. Al llegar al estanque dejó en el suelo la red y la bolsa, y sacó de un bolsillo lo que parecía una vela gorda y grande. Pero yo sabía que era un cartucho de dinamita, porque ese era su método de pescar truchas: Las dinamitaba. Aseguró la mecha envolviendo la dinamita apretadamente en una tela de algodón. Entonces encendió la mecha y arrojó el explosivo al estanque.
       Como un relámpago, Bellona se lanzó al estanque tras el cartucho. Yo podría haber gritado de alegría. Claverhouse le gritó, pero sin resultados. Le tiró piedras, pero ella nadó sin cesar hasta que agarró el cartucho con la boca, dio media vuelta y nadó hacia la orilla. Entonces, por primera vez, él se dio cuenta del peligro y empezó a correr. Como yo lo había previsto y planeado, ella llegó a la orilla y corrió tras él. ¡Ah, les digo que fue grandioso! Como ya lo he explicado, el estanque se hallaba en una especie de anfiteatro. Hacia arriba y abajo la corriente se podía cruzar pasando por las rocas que sobresalían. Y ahí estaban corriendo Claverhouse y Bellona, vuelta y vuelta corriente arriba y corriente abajo a través de las piedras. Nunca hubiera creído que un hombre tan torpe podía correr tan rápido. Pero vaya si corrió, con Bellona tras él ganando terreno. Y entonces, justo cuando ella lo alcanzó, él a las zancadas y ella saltando con la nariz pegada al tobillo de él, hubo un súbito relámpago, una nube de humo, una tremenda detonación, y donde un instante antes se hallaban un hombre y una perra, ahora no quedaba nada más que un enorme agujero en la tierra.
       "Muerto por accidente mientras pescaba ilegalmente." Ese fue el veredicto del jurado; y es por eso que yo me enorgullezco del modo tan hábil y artístico en que me deshice de John Claverhouse. No hubo nada de manipulaciones ni brutalidad; nada en todo el asunto de qué avergonzarse, como estoy seguro de que lo admitirán ustedes. Ya no se oye más su risa infernal haciendo eco entre las colinas, y nunca más se ha alzado su cara de luna llena para perturbarme. Mis días son pacíficos ahora y mi sueño por las noches es muy profundo.

Traducción: Marcelo Damiani

viernes, 2 de octubre de 2009

Ficción: Cuatro Cuentos

       En esta revista online del cuento hispanoamericano, ideada por Gustavo Valle, se pueden encontrar textos de Pía Bouzas, Miguel Gomes, Alejandra Laurencich, Eduardo Muslip y Hebe Uhart, entre muchos otros más. El del autor de este blog se encuentra acá.

jueves, 1 de octubre de 2009

La vía

Por Marcelo Damiani

Todo empezó en la vía

el escarceo
                  la lluvia
                               los silencios

el sol golpeando con violencia los rieles del día
el tren en busca de un andén abandonado
aullando como animal malherido.

Sí.

Todo empezó en la vía
               nadie puede negarlo
pero lamentablemente terminó en el tren.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Entrevista a Thomas Norman Di Giovanni

Por Marcelo Damiani

       Di Giovanni, de estirpe italiana pero origen norteamericano, hoy ciudadano inglés, aunque con un fuerte anclaje argentino, actualmente vive en el sur de Inglaterra, entre Bournemont y Portsmouth & Southsea, muy cerca de la Isla de Man. Nos recibió muy amablemente en su acogedora casa, a punto de partir a Sudamérica de nuevo, con un montón de proyectos entre sus manos y muy contento por haber terminado la traducción que realizó con su esposa de esa obra maestra de la literatura argentina del siglo XIX llamada El matadero de Esteban Echeverría. Di Giovanni también es autor del libro de ensayos La lección del Maestro, editada por Sudamericana en 2002, donde reúne trabajos sobre el arte de la traducción y Borges, incluyendo la introducción a la Autobiografía que no le dejaron publicar junto con el libro. De todos estos temas hablamos en la entrevista que se puede leer completa acá.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

La conspiración y la muerte

"DeLillo se ha abocado a la imposible tarea de denunciar los sistemas que nos acosan, desde la publicidad y la televisión hasta el deporte y la guerra, pasando por el rock y el terrorismo -hoy en día tan lamentablemente de moda-. Dos de sus obras maestras, Ruido de fondo y Libra, nacieron precisamente de una radicalización de esta postura, al tratar el impacto que tienen la ciencia y los organismos gubernamentales en la vida privada."

El resto del ensayo acá.

martes, 1 de septiembre de 2009

Máquina Woody


“El suplicio es siempre no poder
desprenderse de uno mismo.”

Sören Kierkegaard


       Alguna vez dijo que lo único que lamentaba era no ser otra persona, tal vez sin darse cuenta que ahí no sólo condensaba su filosofía de vida, sino que también proporcionaba una de las claves quizá más importantes para contemplar su obra. Allan Stuart Konigsberg siempre quiso ser otro. Por eso rápidamente se apodó Woody, a mitad de camino entre el chiste fácil (woody en slang significa erección), la caricatura (Woody Woodpecker es El Pájaro Loco) y el ideal masculino inalcanzable: Bogey (apodo de Humphrey Bogart). No es casual que uno de sus primeros grandes éxitos sea la obra de teatro Play it again, Sam (1969) donde utiliza la figura de su ídolo y el final de la ya por entonces mítica Casablanca (1942) para construir por contraste su propio personaje. Así, en Sueños de un seductor (1972) de Herbert Ross, basada en su obra, Woody encarna a Allan Felix, tímido y torpe como él solo puede serlo cuando hay una mujer cerca, a excepción de la esposa de su mejor amigo: Linda. Los grandes momentos de la película suceden cuando la inseguridad de Allan proyecta la figura de Bogart. Siempre seguro de sí mismo, con el infaltable impermeable gris, Bogey encarna a una suerte de mentor fantasmal que le imparte a su pobre pupilo duros consejos sobre cómo tratar a las mujeres. Así, Woody se postula como una parodia de Bogey, aunque es el imaginario de Woody el que proyecta a Bogey. El procedimiento funciona así: Cuando la incertidumbre paraliza a Woody, llevándolo al monólogo o al soliloquio, allí aparece Bogey (para impulsarlo a actuar); y cuando Woody actúa, desaparece Bogey. Y también Allan y Allen. Porque lo que queda al descubierto es el mecanismo de funcionamiento de esa máquina llamada Woody. El verdadero motor inmóvil de toda su estética es ese deseo de devenir otro, como lo demuestra la interminable sucesión de nombres, películas, libros, historias y anécdotas que su genio no puede parar de perpetrar, motivado por su ya famoso inconformismo universal. En este sentido, quizá su película más emblemática sea Annie Hall (1977). Allí, desde el mismo comienzo, lo que aparece con más fuerza (oculto bajo un manto interminable de chistes agridulces) es su imposibilidad de conformarse, aunque disfrazado de desencanto vital. “Nunca aceptaría pertenecer a un club que me aceptara como socio”, le hace repetir a su alter ego Alvy Singer, suerte de voz cantante de su personaje ideal (Allan + Woody = Alvy). Todo el film gira en torno al descentramiento o la escisión provocada en Alvy por su separación de Annie. La historia y el montaje, por lo tanto, están estructurados sobre una base lingüístico-temporal cuasi caótica ya sugerida en el mismo título: Annie Hall era el nombre real de la abuela de Dianne Keaton, verdadera musa del Woody modelo 77. Es así que la trama está configurada a partir de conceptos-bisagra tales como ´profesión´, ´desconfianza´, ´matrimonio´ y ´muerte´, entre otros. Por medio de estas palabras claves la instancia narrativa va a articular su devenir en un juego de flujos y reflujos temporales, acercando sus idas y vueltas al vaivén de los sentimientos y al ritmo aleatorio de la memoria. El tema de la película, entonces, no parecería ser el amor, sino cómo procesamos esta emoción tan violenta que puede hacernos creer en la posibilidad de desprendernos de nosotros mismos. Es aquí donde la necesidad de conformarse, en el sentido de darle forma a lo que nos pasa, se vuelve de una vital importancia. Tal vez por esto Woody piensa que a la situación movilizante por excelencia que es el hecho de enamorarse tiene que corresponderle una acción sensorio motriz similar, y la encuentra en el simple acto de correr. Alvy y Annie se conocen jugando al tenis (para no hablar de la forma que ella tiene de manejar), Isaac corre en busca de Tracey al final de Manhattan (1979) y Danny hace lo propio en Broadway Danny Rose (1984), sin mencionar la gran cantidad de corridas que esto ha generado en películas allenianas como When Harry met Sally... (1989) de Rob Reiner o Defending your life (1991) de Albert Brooks, entre muchas otras, y cuya versión paródica quizá pueda encontrarse en Forrest Gump (1994) de Robert Zemeckis. Annie y Alvy, por último, tratan todo el tiempo de conformarse como pareja buscando un equilibrio (siempre inestable) entre el intento de disfrutar el momento (cuya violenta fugacidad parece agredirnos) y el deseo de encontrar una explicación racional a lo que por definición no parece poder tenerla.
       La misma idea, llevada a un espectro mucho más amplio de personajes y relaciones, es la que estructura Crimes and Misdeameanors (1989). Esta gran película, como Match Point (2006), remite desde el título a la célebre novela de Dostoievsky: Crimen y castigo (1866). Pero ahora los crímenes se han multiplicado y los castigos han sido reemplazados por pequeños delitos o faltas. El costado fuertemente existencialista del film está subrayado por la presencia del profesor Levy, cuyas palabras finales constituyen quizá uno de los más sabios textos que nos ha regalado el cine.
       En un universo en el que la presencia de Dios es por lo menos sospechosa, cínicamente, todo parece estar permitido. La mayoría de los personajes de la película sufren ese vacío existencial que los ha arrojado a un mundo cuyas instrucciones de uso nunca han sido establecidas. La angustia o la desesperación que sienten proviene de saber que las decisiones que toman los hacen demasiado responsables de sus actos, mucho más de lo que ellos quisieran ser. Cada decisión que toman los lanza a una realidad que al actualizarse, literalmente, asesina las posibilidades irrealizadas. Todos se han dado cita en un futuro en el que ciertamente no saben si quieren encontrarse. La única garantía para no tener que conformarse a la fuerza con lo que han llegado a ser parecería descansar en la capacidad de no mentirse a sí mismos. Pero actuar o no de mala fe no es garantía de nada. Judah y Cliff son los mejores ejemplos de ello. ¿Qué hacer entonces? Frente a esta gran pregunta filosófica, Woody parece responder que sólo hay que concentrarse en las pequeñas cosas, y, si se puede, tener fe. La fe, entendida como esa confianza ciega en lo que no podemos ver, está metaforizada por Ben, el rabino que está perdiendo la vista. De esta forma toda la película esté atravesada subrepticiamente por el tema de la visión: Judah no puede olvidar que su padre le ha dicho que nada escapa a los ojos de Dios y bromea que quizá por eso se hizo oftalmólogo; Cliff es documentalista y los escasos momentos felices que vive tienen que ver con proyecciones fílmicas, ya sea acompañado por Halley-Farrow o por su sobrina Jennifer, a quien le da lecciones de vida utilizando el soporte de la imagen. Su deseo de instruirla así y la excelente relación que establece con ella parece ser el más sano intento de incorporar la mirada de ese (otro) niño que todos llevamos dentro, como una suerte de ser que aún no ha sido tan contaminado por las inautenticidades del mundo que nos rodea. Pero estos destellos de felicidad no obnubilan la claridad mental de Woody. Es así que al final, luego de haber experimentado la imposibilidad de desprenderse de uno mismo y la triste necesidad de conformarnos, luego de los crímenes y pecados sin castigo, luego del fracaso como única ideología digna, sólo nos queda la posibilidad de una consolación filosófica: “A lo largo de nuestras vidas", dirá Levy, mientras suena ´I´ll be seeing you´ de Sammy Fain, interpretada por Liberace, "todos nos enfrentamos a decisiones angustiantes y elecciones morales. Algunas son de gran importancia. La mayoría de estas elecciones son sobre cuestiones menores. Pero nos definimos a nosotros mismos por las elecciones que hemos realizado. Somos, de hecho, la suma total de todas nuestras elecciones. Los acontecimientos se desarrollan de una forma tan imprevisible, tan injusta. La felicidad humana no parece haber sido incluida en los designios de la creación. Sólo nosotros, con nuestra capacidad de amar, le damos sentido al universo indiferente. Aún así, la mayoría de los seres humanos parecen tener la habilidad de seguir esforzándose, e incluso encontrar alegría en cosas simples como la familia, el trabajo y en la esperanza de que las futuras generaciones puedan entenderlo todo mejor.”

Marcelo Damiani

lunes, 3 de agosto de 2009

Barbara

Jacques Prévert

Rappelle-toi Barbara
Il pleuvait sans cesse sur Brest ce jour-là
Et tu marchais souriante
Epanouie ravie ruisselante
Sous la pluie
Rappelle-toi Barbara
Il pleuvait sans cesse sur Brest
Et je t'ai croisée rue de Siam
Tu souriais
Et moi je souriais de m
ême
Rappelle-toi Barbara
Toi que je ne connaissais pas
Toi qui ne me connaissais pas
Rappelle-toi
Rappelle-toi quand même ce jour-là
N'oublie pas
Un homme sous un porche s'abritait
Et il a crié ton nom
Barbara
Et tu as couru vers lui sous la pluie
Ruisselante ravie épanouie
Et tu t'es jetée dans ses bras
Rappelle-toi cela Barbara
Et ne m'en veux pas si je te tutoie
Je dis tu a tous ceux que j'aime
Même si je ne les ai vus qu'une seule fois
Je dis tu a tous ceux qui s'aiment
Même si je ne les connais pas
Rappelle-toi Barbara
N'oublie pas
Cette pluie sage et heureuse
Sur ton visage heureux
Sur cette ville heureuse
Cette pluie sur la mer
Sur l'arsenal
Sur le bateau d'Ouessant
Oh Barbara
Quelle connerie la guerre
Qu'es-tu devenue maintenant
Sous cette pluie de fer
De feu d'acier de sang
Et celui qui te serrait dans ses bras
Amoureusement
Est-il mort disparu ou bien encore vivant
Oh Barbara
Il pleut sans cesse sur Brest
Comme il pleuvait avant
Mais ce n'est plus pareil et tout est abîmé
C'est une pluie de deuil terrible et désolée
Ce n'est même plus l'orage
De fer d'acier de sang
Tout simplement des nuages
Qui crèvent comme des chiens
Des chiens qui disparaissent
Au fil de l'eau sur Brest
Et vont pourrir au loin
Au loin très loin de Brest
Dont il ne reste rien.

domingo, 2 de agosto de 2009

Los personajes de la metafísica

       El señor, el amante y el poeta. Notas sobre la perennidad de la metafísica es un ensayo fundamental para aprehender los derroteros por los que transita el pensamiento filosófico en la actualidad. No es casual que uno de los libros anteriores del autor haya sido, precisamente, La filosofía actual (1999). Allí, con la claridad envidiable que también evidencia acá, se abocaba a la difícil tarea de trazar el mapa de los debates disciplinarios que cerraron el siglo XX. Este libro es una suerte de continuación y ampliación del campo de batalla, a partir de la hipótesis de que "el dispositivo metafísico involucró siempre a tres personajes: El señor, el amante y el poeta. Y estas figuras siguen regresando en el pensamiento actual aunque traten con cierto desdén, y hasta con hostilidad, a esa misma metafísica cuyo proyecto prosigue". Soterradamente, también, la presencia de Nietzsche parece guiar gran parte de las búsquedas y relaciones que se establecen entre un gran número de autores, ideas y tendencias. Una de las más interesantes, sin duda, es esa zona en la que a veces, de la mano de la metáfora (y por lo tanto, del lenguaje), se encuentran la (gran) literatura, el psicoanálisis y la filosofía. Scavino, en estos casos, despliega toda su sensibilidad literaria para mostrarnos los cruces de la poesía de San Juan de la Cruz, Sor Juana, César Vallejo o Juan José Saer, con ideas de Platón, Hegel o Lacan, entre muchos otros más...
       La nota completa acá.

sábado, 1 de agosto de 2009

La brecha digital...

Por Laura Siri

       Lo primero que llama la atención cuando uno intenta analizar la llamada "brecha digital" es la mera existencia del concepto. Porque, por ejemplo, ya hay en el mundo 963 millones de desnutridos, y nadie habla de "brecha alimentaria". Sería difícil demostrar que algún grupo significativo de personas haya muerto por falta de tecnología informática. Sin embargo, cada año mueren 3,5 millones de niños por malnutrición y la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) cree que la cifra irá en aumento. Asimismo, muchas personas padecen enfermedades que deberían haber sido erradicadas hace mucho, y nadie habla de "brecha en salud". Por ejemplo, según la OMC, la tuberculosis es la principal causa de morbilidad y mortalidad infecciosa en los adultos de todo el mundo. Cada año mata a 1,7 millones de personas, es decir, prácticamente una cada 15 segundos, pese a ser curable. Y alrededor de dos mil millones de seres humanos están infectados con el bacilo de Koch. Quizá el origen del asunto tenga que ver más con aquellos que venden tecnología que con quienes supuestamente se beneficiarían por su uso. Cisco Systems, por ejemplo, es la empresa que fabrica y desarrolla equipos clave para que la Internet pueda existir: los routers. Anualmente esta firma de origen californiano publica en conjunto con el World Economic Forum su "Network Readiness Index" o NRI: Un listado de 127 países ordenado según un índice de grado de "preparación" o "aptitud" para la conectividad, conformado por 68 diferentes indicadores. En el primer lugar del ranking figura Dinamarca, seguida por Suecia y Suiza. En América Latina y el Caribe, sólo 4 economías se encuentran ubicadas entre los principales 50 puestos: Chile (34), Barbados (38), Puerto Rico (39) y Jamaica (46). México y Brasil están en los puestos 58 y 59, respectivamente. Este estudio, como muchos similares, sugiere que la conectividad amplia y de banda ancha impulsa la competitividad económica, el crecimiento sustentable y la reducción de la pobreza de un país. Sin embargo, ¿no podría ser exactamente al revés? Es decir que si un país es competitivo, tiene crecimiento sustentable y bajos niveles de pobreza, probablemente utilice sus abundantes recursos en incrementar la conectividad. También es posible que decida desarrollar un programa espacial, o cualquier otro proyecto costoso. Pero si incrementa la conectividad y el principal renglón de su economía es, digamos, la producción de algodón, sería difícil demostrar que eso beneficiaría automáticamente y en forma significativa el desarrollo económico y social. Como siempre se dice en estadística, correlación no implica causalidad. Incluso a escala micro seguramente se podría encontrar una correlación positiva entre la posesión de artefactos electrónicos, entre otras variables, con la capacidad económica de los hogares. De lo cual alguien podría concluir que la adquisición de dichos artefactos genera riqueza. Pero, ¿no será exactamente al revés? Porque es evidente que si uno tiene recursos, puede comprar PCs, televisores de plasma, notebooks, teléfonos de alta gama, y mucho más. Pero comprar esas cosas no aumenta la riqueza de nadie. No son necesariamente una inversión, pueden ser simples gastos, que mejoren la diversión y la comodidad, pero no siempre la productividad. Y las mismas personas que pueden permitirse adquirir todo eso, en el caso de no ser muy afectos a la tecnología quizá prefieran gastar sus recursos en construir una piscina en el jardín. Y hasta podrían vivir más años que los amantes de los "gadgets", debido al ejercicio de nadar regularmente, en vez de estar horas delante de una computadora. Es falaz suponer que quienes no se dedican a incorporar obsesivamente tecnología están condenados a estar del lado malo de la civilización frente a la barbarie. En España, un país del primer mundo, se leen a menudo informes donde se escandalizan de la baja penetración de la banda ancha con respecto a otras naciones de la Unión Europea. Lo que no se suele resaltar es que, según estudios de fundaciones como Telefónica y Orange, así como el BBVA y otros organismos, cerca del 70 por ciento de los hogares sin banda ancha declara en las encuestas que es por falta de interés. No es por el precio, no es por la complejidad, es porque simplemente no todo el mundo necesita Internet para sentir que vive mejor. El problema es que lo que podría ser una simple constatación de hechos, termina planteándose como prescripción. Por ejemplo, el NRI dice que "las nuevas definiciones retratan el alto ancho de banda como una necesidad, quizá incluso como un servicio público comparable al agua potable". En otro lugar, dice que "en un contexto social más amplio, se ha reconocido que la conectividad tiene un impacto positivo en la transparencia, el buen gobierno y la democracia". Esta última afirmación llama especialmente la atención si se piensa, por ejemplo, que la República Popular China, un país donde se puede recibir duras penas por expresar determinadas ideas en Internet, figura mucho mejor posicionado en el NRI que otros donde la opinión no es delito. Este tipo de rankings induce a pensar que la conectividad no sólo trae competitividad económica, sino también democracia y transparencia, cuando esto es sencillamente una falacia. Es natural y no tiene nada de malo que Cisco y otras empresas de informática, que son organizaciones con fines de lucro, traten de persuadir a la sociedad de que los países atrasados en ese rubro están económicamente perdidos y perderán el tren de la modernidad. Cada uno tiende a presentar las situaciones del modo más favorable a sus intereses. Pero, si el tema se considera en forma más sistémica, se puede poner en duda que haya que ir hacia la llamada "Sociedad de la Información" lo más rápido posible y a cualquier costo. El caso de la Argentina puede ilustrar este punto. En los '90, cuando la economía era extremadamente abierta y la tendencia general era hacia la desregulación y la liberalización, los bienes importados, como los electrónicos, no resultaban relativamente tan onerosos para los presupuestos hogareños como hoy en relación al ingreso. Se podría pensar que, de continuar esas condiciones, hubiese sido más fácil romper la brecha digital en el país. Sin embargo, por la específica estructura de la economía argentina, ese tipo de políticas generó desempleo, quiebra de empresas y falta de competitividad. Durante el 2002, con la caída de aquel modelo económico, uno de los mercados más castigados por la crisis fue, justamente, el de informática. En la actualidad, con otro tipo de cambio y políticas más proteccionistas, según datos publicados en abril de 2008 por Marcó Consultora se necesitan 2,52 sueldos promedio para comprar una computadora de escritorio sin marca, y casi tres para adquirir una PC de marca. En cuanto a las portátiles, requieren 3,09 sueldos si son armadas localmente o 4,06 si son de marca internacional. Así que es factible que unas mismas políticas, por un lado, tengan un efecto reductor de las brechas digitales y, por otro, repercutan negativamente en la economía global de un país. Concretamente, es posible que en la Argentina de los '90 las importaciones libres y baratas fueran buenas para comprar computadoras. Pero eran malas para el empleo y la producción, porque junto con un montón de productos como los de informática, que no se podían desarrollar localmente, también ingresaba una gran masa de mercaderías de todo tipo que competía con ventaja con la industria nacional. Por supuesto, lo ideal sería que el país tuviera una producción propia de bienes de alta tecnología, generada en el marco de un Sistema Nacional de Innovación. Pero, por muchas razones, ése no es el caso de la Argentina ni de los países subalternos en general, y esa situación no se corregirá comprando la generada en los países centrales. También hay paradojas peores, como ilustra el floreciente mercado mundial de móviles. En efecto, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas publicado en febrero de 2008, estos teléfonos están ayudando a disminuir la brecha digital. Dicho estudio también resalta que los subscriptores a telefonía celular casi se han triplicado en los países en vías de desarrollo en los últimos cinco años, y ahora representan cerca del 58 por ciento de los usuarios en todo el mundo. Se estima que ya hay unas 3000 millones de personas con celular. Particularmente, "en África, donde el incremento en términos de número de subscriptores de teléfonos celulares y el ingreso al mercado ha sido el mayor, esta tecnología puede mejorar la calidad de vida de la población en general", asegura el informe. El problema es que, justamente en África, más concretamente en el Congo, la explotación de un material necesario para la fabricación de celulares está impulsando conflictos bélicos terribles. Se trata del coltan, denominación usual de la aleación de dos minerales: Columbita (col) + Tantalita (tan). Este material es vital para fabricar aparatos electrónicos, centrales atómicas y espaciales, misiles balísticos, videojuegos, equipos de diagnóstico médico, trenes magnéticos y fibra óptica. Pero el 60 por ciento de su extracción y comercialización se destina a fabricar condensadores para teléfonos móviles y, al parecer, no se puede reemplazar por otra cosa. El 80 por ciento de la producción mundial de coltan viene del Congo. Y las disputas por el control de su producción están generando cruentas catástrofes humanitarias desde hace más de una década. Se estima que sólo en la región operan 23 grupos armados y todos van detrás de lo mismo: la riqueza mineral. Además, según un informe del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas difundido en el 2001, algunas trasnacionales de celulares financian a través de intermediarios clandestinos a los bandos en pugna. Entonces, a pesar de su contribución para que el resto del mundo pueda tener celulares a granel, la República Democrática del Congo es uno de los países más pobres del globo, donde miles de desplazados deambulan en medio de todo tipo de peligros y sin los servicios humanitarios más elementales. Por cierto, este país ni siquiera figura en el listado NRI. Por lo tanto, parece que para que en muchos lugares del mundo se disfrute de ciertos adelantos técnicos, el precio pueden ser condiciones infrahumanas de vida en algunas regiones olvidadas. Otra falacia usual en el discurso sobre la brecha digital proviene de la escasa consideración acerca del esquema de propiedad de las tecnologías que se pretende difundir. Por ejemplo, es muy común leer que Microsoft done software a escuelas u otras instituciones con el fin explícito de contribuir a reducir la brecha digital. Según un comunicado de esta empresa, desde el 2003, la compañía ha donado más de 135 millones de dólares en efectivo y software para apoyar a organizaciones sin fines de lucro en 21 países de Latinoamérica y el Caribe.Sin embargo, el texto del contrato de las licencias de uso del software de Microsoft, tanto adquiridas en el mercado como mediante donaciones, contradice claramente la idea de que ese tipo de tecnología pueda contribuir de algún modo para reducir la brecha digital. La razón principal es que, evidentemente, cuando un software se puede compartir legalmente, muchos pueden beneficiarse de su uso sin ninguna barrera de entrada. Pero, en las licencias de Microsoft y de otras empresas, compartir el software está expresamente prohibido. El software libre, en cambio, una vez obtenido, puede ser usado, copiado, estudiado, modificado y redistribuido libremente. Es posible que para obtenerlo haya que pagar, pero se distribuye mediante licencias que permiten las llamadas "cuatro libertades":
       Usar el programa con cualquier propósito.
       Estudiar el funcionamiento del programa, y adaptarlo a las necesidades.
       Distribuir copias, con lo que puede ayudar a otros.
       Mejorar el programa y hacer públicas las mejoras, de modo que toda la comunidad se beneficie. El software que no las respeta, como el de Microsoft, Adobe, Apple, y muchas más, se denomina "privativo", porque priva al usuario de estas libertades. Según el gurú del software libre Richard Stallman, cuando Microsoft u otras empresas regalan software, lo que hacen en realidad es crear dependencia de su modo de hacer las cosas. Hacen que el usuario aprenda a usar solamente sus herramientas y, por lo tanto, luego le dé pereza mental usar otras. Lo que dice Stallman es bien fuerte: afirma que este modelo de negocios es igual al de los traficantes de droga, que dan las primeras dosis gratis y luego, una vez creada la adicción, por supuesto las venden. Y si los niños que usaron ese software donado en su escuela quieren usarlo en su casa o en su trabajo cuando ya son adultos, ya nadie se lo dará gratis. Además, por razones estrictamente comerciales, los productos de software privativo constantemente vienen en nuevas versiones, que deben pagarse, y el fabricante discontinúa el soporte de las versiones anteriores. Discontinuar el soporte implica, por ejemplo, que ya no haya parches de seguridad para los productos previos, con lo cual el usuario se expone a toda clase de vulnerabilidades informáticas si continúa usándolos. Esto es visto por los defensores del software libre como una especie de "impuesto al conocimiento". Por otra parte, cada vez que sale una versión más actual, aumentan los requerimientos del hardware compatible, lo que obliga a realizar fuertes y constantes inversiones en nuevos equipos. Evidentemente, esto no contribuye a cerrar la brecha digital. El software que se obtiene gratis no necesariamente es software libre. Así que, cuando una empresa que habitualmente vende software privativo lo regala, por ejemplo, a una escuela, de algún modo le está dando un caballo de Troya. En particular, está obligándola a sostener la dudosa teoría de que compartir está muy mal, que debería ser criminalizado. También que está mal tratar de conocer cómo funciona esa tecnología porque, como los códigos fuente del software privativo son secretos, para usarlo se necesita aceptar que intentar aprender cómo está hecho está prohibido. Y esta última reflexión se relaciona directamente con la falacia más peligrosa de muchas discusiones sobre brecha digital. La idea de que lo malo es no tener suficiente acceso al consumo de ciertos productos tecnológicos, cuando el drama es no tener acceso a su producción. Quienes realmente ganan con las tecnologías de información y comunicación son quienes las desarrollan y las venden, no necesariamente quienes las compran. El mecanismo de generación de falacias acerca de la brecha digital es simple: Se abstrae arbitrariamente una dimensión de la condición desigual del acceso a los bienes. Se plantea que es causa algo que sólo es consecuencia, y se omite que en ciertas circunstancias la reducción de dicha dimensión arbitraria no disminuye el monto global de desigualdad, sino que lo amplía. Finalmente, se acude al truco más viejo del mundo: presentar como interés general lo que, en realidad, es un interés particular de quienes venden determinados bienes y servicios y querrían que fueran tan de primera necesidad como el agua y la comida.

       Fuente: "Revista Alambre. Comunicación, información, cultura". Nº 2, marzo de 2009, http://www.revistaalambre.com/.

jueves, 2 de julio de 2009

Por poeta, por loco, por Lisboa

No sé ya si por poeta,
por ebrio o por ambas cosas,
se me confunden las calles
de la escarpada Lisboa
con el andar de una dama
que vi cruzar presurosa.

Sea por ebrio o por poeta,
por loco o por otra cosa,
voy de taberna en taberna
buscando de aquella moza,
el aire que en sus vestidos
muestra la calle sinuosa.

Si la joven se detiene,
o en la taberna se asoma
el aire de algún recuerdo
de la ciudad de Lisboa,
ya no sé si estoy bebiendo
mi nostalgia o su persona.

No tiene caso saberlo,
no alcanza el vino que roza
con su virtud mis pecados.
La dama ya es cada cosa
de esta ciudad. Sin remedio,
todo el amor es Lisboa.

(¿) Fernando Pessoa (?)

miércoles, 1 de julio de 2009

Reflejos

Por José de Ambrosio

   ¿Habrá infinitos universos paralelos? ¿Serán paralelos los universos infinitos? ¿Nos repetiremos una y otra y otra vez en absurdas regiones metafísicas? 
   ¿Caminaremos por bosques de seda y multiplicados continentes de cristal? ¿Qué vertiginosos ríos de fuego surcaremos? 
  ¿Se propagará en extravagantes mundos cada agravio que me infieras? ¿La pluralidad del cosmos reproducirá como el eco de los ecos tus infamias? 
   ¿Me quedará el consuelo, Raquel, Raquel, de pensar que esta bala, que esta bala, que esta bala te atravesará por siempre, por siempre, por siempre? 

Publicado en el Nº 15 de la Revista Puro Cuento

miércoles, 3 de junio de 2009

Salida

                                            Por Marcelo Damiani

Nunca aprenderá a jugar al ajedrez
perdida en eventos sociales
y fiestas sin sentido.

Nunca podrá hacer nada perdurable
ignorante de que su rutina
mata lo creativo.

Nunca escuchará el murmullo del mundo
mientras fuma, ríe y se emborracha
buscando emociones vacías.

Nunca dejará de ver la vida como una fiesta interminable
sin saber que lo único que puede esperar de ella
es que alguien le muestre rápido la salida.

lunes, 1 de junio de 2009

La bicicleta según Samuel Schkolnik

        "En la penumbra del zaguán duerme su liviano sueño la bicicleta. No hay condición más modesta que la suya: antecesora del avión, prima del automóvil, hermana de la motocicleta, se distingue empero de sus rumbosos parientes en que no promete sino lo que es capaz de dar… Montemos, en fin, la bicicleta, démonos a la levedad de su andadura, echemos a rodar en el fino encordado de sus ruedas el sosegado compás de los pedales por el que se obtiene el equilibrio, y nos será dado conocer con maravilla su corazón de ave pedestre, su savia manera de acceder a la gracia sin descartar la gravedad: sólo dos puntos de contacto con el suelo mientras lo demás de su estructura se yergue vertical, avanza, corta el aire y suscita el cabrilleo de la luz en sus metales".

De Salven nuestras almas por Samuel Schkolnik.

domingo, 3 de mayo de 2009

Entrevista a Caín

Por Marcelo Damiani

       El reportaje, como todo género literario, tiene sus reglas. Una de ellas sostiene que el entrevistador debe presentar al entrevistado con una cierta distancia que asegure la supuesta objetividad de la presentación. Lamento no poder cumplir con esta regla. Hace mucho tiempo que quería tener una charla con mi entrevistado y la razón es tan simple como evidente: En mi modesta opinión, él es el mejor escritor latinoamericano con el que jamás he conversado.

       La entrevista completa acá.

sábado, 2 de mayo de 2009

Idea Vilariño (1920-2009)

Por Marcelo Damiani  
Siempre quise escribir algo sobre ella. En realidad lo que siempre me fascinó es que se llamara Idea. ¿Cómo era posible que alguien se llamara así? ¿Cómo era posible que a sus padres -o a sus abuelos o parientes, ya que en estos casos nunca se sabe- se les hubiera ocurrido la idea de bautizarla con el fantástico nombre de Idea? Seguramente esto sólo podía pasar en un país como Uruguay a principios del siglo XX. La idea de Idea... De sólo pensarlo me parece genial. Platón sin duda la hubiera amado; platónicamente, por supuesto. Idea debe ser el nombre ideal para cualquier mujer con ideas e ideales con la que uno sólo quiere relacionarse en términos conceptuales. Imagino que cualquier otro tipo de relación con ella debe de haber sido problemática, como parece que alguna vez pudo comprobar el mismísimo Onetti. Tal vez no sea casual que Idea se haya ido justamente ahora, cuando es más que evidente que hace mucho tiempo que vivimos en un mundo vacío de ideales y al que no le interesa ni respeta ningún tipo de Idea.

viernes, 1 de mayo de 2009

La erótica del relato. Nueva literatura argentina.

Compilación a cargo de Jimena y Matías Néspolo
Adriana Hidalgo Editora
Colección: "La lengua"

"La erótica del relato" más que una antología es una intervención. Una intervención literaria y cultural que utiliza estrategias de las vanguardias de principios del siglo XX para devolverle a la literatura aquello que ésta, en su afán por sacudir esteticismos rancios y acercar el arte a la vida, terminó olvidando. La barbarie, ahora, en pleno siglo XXI, ágrafo y virtual, se vuelve contra sí misma. La barbarie clama por papel, tiene memoria, recuerda que nació del oprobio y dice que toda palabra es política, que el olor de los muertos insepultos la subleva… Frente al imperio de la “mala literatura”, de la inmediatez y el consumismo vacuo, del desprecio de formas y de fondos, esta compilación de relatos absolutamente heterogéneos y las palabras que la preceden son un intento desesperado por guillotinar mandatos y despertar en la literatura la pasión demiúrgica dormida. “Lo literario” aquí quiere escribirse –refundarse– haciendo uso de todas sus libertades para llegar a través de lo lúdico, el amor, la locura, el dolor o el erotismo, a resoluciones orgásmicas. La erótica del relato es puro deseo, deseo de futuro. El lector juzgará si esta aventura, que intenta resolver con iracundia la imposible ecuación tramada entre Arte, Orfandad y Crimen, ha valido la pena.


Jimena Néspolo y Matías Néspolo



Relatos de: María Casiraghi, Oliverio Coelho, Marcelo Damiani, Marisa do Brito Barrote, Claudia Feld, Jorge Hardmeier, Gisela Heffes, Federico Levín, Pablo Manzano, Martín Murphy, Jimena Néspolo, Matías Méspolo, Mauro Peverelli, Patricio Pron, Ricardo Romero, Hernán Ronsino y Diego Vecchio.

viernes, 3 de abril de 2009

"Pasajeros" según El diario de Córdoba

       Este breve poemario de Marcelo Damiani tiene la capacidad de evocar un mundo independiente de la realidad. Sin embargo, esta poesía no quiere evadirse de ella. Por el contrario, la evoca y la cuestiona desde un lenguaje claramente intimista: "Solos en la habitación/ el tablero y el caballo arriba de la mesa/ mientras el rey tambalea frente a la dama negra/ tratamos de apresar el sentido del juego". ¿Qué es ese "sentido del juego" sino esa vida misma que nos jaquea constantemente? Dama negra, realidad negra… Un mundo que ha perdido la capacidad de evocarnos la felicidad. ¿Cómo poder situarse más allá? El ocio parece ser la receta con la cual es posible diluir el dolor... vivir el tiempo... "Vagabundeo por un laberinto pautado/ ...estatuido/ en cuyas paredes leo el juego de la mentira/ ...su ilusión/ y los límites de la falsedad". Eso es ser "pasajero" para Damiani.

jueves, 2 de abril de 2009

One Art

                                    By Elizabeth Bishop

The art of losing isn't hard to master
so many things seem filled with the intent
to be lost that their loss is no disaster.

Lose something every day. Accept the fluster
of lost door keys, the hour badly spent.
The art of losing isn't hard to master.

Then practice losing farther, losing faster:
places, and names, and where it was you meant
to travel. None of these will bring disaster.

I lost my mother's watch. And look! my last,
or next-to-last, of three loved houses went.
The art of losing isn't hard to master.

I lost two cities, lovely ones. And, vaster,
some realms I owned, two rivers, a continent.
I miss them, but it wasn't a disaster.

Even losing you (the joking voice, a gesture
I love) I shan't have lied. It's evident
the art of losing's not too hard to master
though it may look like (Write it!) like disaster.

The Spanish version here.

miércoles, 1 de abril de 2009

The lowest activity in human life

By Jerry Seinfeld

       On my block, a lot of people walk their dogs and I always see them along with their little poop bags. This, to me, is the lowest activity in human life. Following a dog with a little scooper. Waiting for him to go so you can walk down the street with it in your bag. If aliens are watching this through telescopes, they are going to think the dogs are the leaders of the planet. If you see two life forms, one of them´s making a poop, the other one´s carrying it for him, who would you assume is in charge?
       I say, if this is where we´re at after 50,000 years of civilization, let´s just give up. I´m serious, let´s pack it in. It´s not worth it. Let´s just say the human race as an idea didn´t quite work. It seemed good at first, we worked on it for a long time, but it just didn´t pan out. We went to the moon but still somehow wound up carrying little bags of dog doody around with us. We just got mixed up somewhere. Let´s just give it over to the insects or whoever is next in line.

martes, 3 de marzo de 2009

Ausencia

                        Por Marcelo Damiani

Incluso cuando estábamos los tres juntos
esos días helados en las sierras cordobesas
luego que el fuego quemó todo para siempre
yo tenía la impresión de que ya faltabas vos.

En el umbral de la casa de campo - - ahora
sentados al borde de la galería techada
mirando el manto de lluvia y frío
un relámpago nos fotografía.

Nos convertimos en maniquíes derruidos y
un pequeño temblor - provocado por la brisa
transforma en algo físico el mal presentimiento
de la ausencia definitiva de nuestro mejor amigo.

Publicado en Quimera N° 317. Abril / 2010.

lunes, 2 de marzo de 2009

El peón de ajedrez (1894)

Me gusta mirar a la gente cuando juega al ajedrez.
Mis ojos siguen esos peones
que poco a poco encuentran su camino
hasta alcanzar la última línea.
Ese peón avanza con tal soltura
que te hace pensar que llegando a esa línea
comenzarán sus alegrías y obtendrá su recompensa.
Encuentra muchos obstáculos en su camino.
Los poderosos lanzan sus armas contra él.
Los castillos le acometen con sus altas almenas;
dentro de sus campos
veloces jinetes pretenden con astucia
impedir su avance,
y por todos lados, desde el campo enemigo
la amenaza avanza contra él.

Mas sale indemne de todos los peligros
y alcanza triunfante la última línea.

Con qué aires de victoria la alcanza
en el momento exacto;
con qué alegría avanza hacia su propia muerte.

Porque al llegar a esa línea, el peón morirá,
todos sus afanes eran para esto.
Cae en el Hades del ajedrez,
y de su tumba resucita
la reina que nos salvará.

Konstantinos Kavafis (1863-1933)

domingo, 1 de marzo de 2009

De profundis

"El sufrimiento es permanente, aislado y oscuro
 y posee la naturaleza de lo infinito." 
Oscar Wilde

       Luego de la publicación de su única y gran novela, The Picture of Dorian Gray (1891), Oscar Wilde conoce a Lord Alfred Douglas (alias Bosie), el joven hijo del noveno marqués de Queensberrry que será su perdición. Algunos años después, en 1895, el padre de Bosie y Wilde se enfrentarán en un juicio absurdo que terminará con la libertad del escritor. Su estadía en prisión lo destruirá física y moralmente, y sus excelentes The Ballad of Reading Gaol (1898) y De profundis (1905) son el indeseado fruto de ese encierro del que nunca podrá recuperarse.
      Este libro disfrazado de carta es un lúcido ensayo sobre el arrepentimiento y el dolor, la búsqueda demasiado pormenorizada de los errores del pasado que conducen indefectiblemente a la privación de la libertad, y, sobre todo, la conciencia de la pérdida irrecuperable de la verdadera vida del artista; y así se lo hace saber a esa inconsciente metáfora del mal llamada Bosie: "Yo también tuve ilusiones. Pensé que la vida iba a ser una comedia brillante y tú uno de sus más agraciados personajes. Pero me encontré con que la vida era una tragedia sucia y horrible, y que el momento siniestro de la gran catástrofe (...) eras tú mismo".
       Como si esto fuera poco, durante su estadía en prisión, Wilde pierde a su madre: "Pasaron tres meses y muere mi madre. Nadie mejor que tú (Bosie) conoce mi amor y veneración por ella. Su muerte fue terrible para mí; yo, alguna vez amo y señor del lenguaje, no tengo palabras para expresar mi angustia y mi vergüenza. (...) Ella y mi padre me dieron un nombre que ennoblecieron y honraron (...) Yo deshonré ese nombre para siempre."
       El libro, como bien señala el traductor y prologuista Américo Cristófalo, catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, puede dividirse en tres partes: Rememoración de escenas patéticas de la amistad con Bosie, monólogo sobre el dolor y el arrepentimiento que lo acercan a la figura de Cristo, y proyecciones a partir de su futura salida de la cárcel. El punto más interesante del libro, sin lugar a dudas, es la oscilación entre el relato de los hechos que lo llevaron a la cárcel y la aplicación de sus ideas estéticas a Cristo; o, si se quiere, la visión teológica del arte a través de la figura romántica del hijo de Dios. Sobre este tema, Cristófalo le da la última palabra a un James Joyce desconocido, para quien Wilde "murió en el seno de la Iglesia católica (...) Se hincó de rodillas, entristecido y arrepentido de haber sido el cantor de las divinidades del goce, y cerró el libro de rebelión de su espíritu con un acto devoto. (...) Se engañó a sí mismo hasta llegar a creer que era el evangelista de un neo-paganismo".
       Antes de cumplir los 40, Wilde había conseguido lo que cualquier escritor desearía: Tenía un estilo depurado hasta la invisibilidad y no sólo era reconocido como un eximio poeta y cuentista, sino también como uno de los pocos autores teatrales capaz de hacer brillar la escena londinense con gracia y talento; y además, también se había animado lucida y lúcidamente con la novela y el ensayo, defendiendo la idea del arte por el arte, conocida como esteticismo. Se podría decir que Wilde lo tenía todo, salvo la hipocresía que el puritanismo victoriano le exigía a los súbditos de la corona. Para ellos, quizá la verdadera pureza era la de Bosie, sobre quien no conviene descargar adjetivos, ya que su futura adhesión al nazismo lo dice todo de él.
       Oscar Wilde murió en París, tal vez con aguacero, el viernes 30 de noviembre de 1900, un día del cual todos deberíamos tener el recuerdo. Pero antes se había encargado de dejar muy en claro lo que opinaba de la época que le tocó vivir: "Sé demasiado bien que vivimos en un siglo en el que no se toma en serio más que a los imbéciles, y vivo con el terror de no ser incomprendido". Borges, por si hiciera falta, se encargó de puntualizar: "Wilde, casi siempre, tiene razón". La única duda que quizá no conviene aclarar es si el gran autor irlandés estaría hablando sobre el siglo XIX, el XX o incluso el XXI: Probablemente no haya ninguna diferencia.

Marcelo Damiani

martes, 3 de febrero de 2009

lunes, 2 de febrero de 2009

domingo, 1 de febrero de 2009

¡Happy Birthday, Jerry!

       Hace exactamente un mes fue el cumpleaños de uno de mis escritores favoritos: Jerome David Salinger. Cumplió 90 años, y aunque sea muy difícil de creer, ya lleva más de 45 sin publicar un libro. No le hace falta, por supuesto, ya que por lo menos tres (sí, ¡3!) de los cuatro que ha publicado (sí, ¡nada más que 4!) pueden ser considerados, simplemente, obras maestras. The Catcher in the Rye (1951), el primero de ellos, ha generado miles y miles de páginas sobre su protagonista, Holden Caulfield, su rebeldía y su hiper-sensibilidad extrema, elementos con los que se han identificado millones de lectores, y lamentablemente, también, más de un asesino célebre. Nine Stories (1953), por otra parte, ha convertido al 9 en el número fantasma de todo escritor de cuentos a la hora de decidir la cantidad ideal de textos para incluir en sus libros. Franny & Zooey (1961), por último, ha sido el causante de que el nombre Franny haya sido elegido como fetiche para hijas estigmatizadas desde la cuna por demasiadas madres neurasténicas. Raise High the Roof Beam, Carpenters & Seymor-An Introduction (1963) es quizá el menos conocido y sin duda el mejor. "Levantad, carpinteros, la viga maestra" debe ser una de las grandes nouvelles de todos los tiempos, con uno de los mejores finales que se han escrito en cualquier idioma y en cualquier época. Debe ser muy difícil seguir escribiendo luego de llegar a ese nivel de perfección. Jerry, como supongo que no le dicen muchos, junto con sus tocayos Lewis & Seinfeld, forman ese trío genial que parece haber descubierto el secreto para no dar jamás un paso en falso. También han comprendido cuándo retirarse. Tal vez ahí haya una esquiva definición del genio: El mundo los extraña y los venera, pero ellos no sólo no extrañan ni veneran el mundo, sino que más bien se ríen de él todo el tiempo, aunque muy pocos de sus millones de admiradores se den cuenta de ello.

sábado, 3 de enero de 2009

Sabiduría

                 "Hay que apartar de nosotros el mal gusto de querer coincidir con muchos."
Friedrich Nietzsche

viernes, 2 de enero de 2009

Poesía

                    Guiseppe Ungaretti

I Giorni e le Notti
suonano
in questi miei nervi d'arpa

Vivo
di questa gioia malata
d'universo
e soffro
per non saperla accendere
nelle mie parole

jueves, 1 de enero de 2009

Historia de los aniversarios: Tiempo, número y signo (1974)

"Los calendarios y almanaques de cada nuevo año nos garantizan que no perderemos ninguna ocasión de celebrar aniversarios. Editores y organizadores de exposiciones, productores de radios y televisión, por no mencionar a la industria turística, agradecen enormemente esta ayuda para la planificación de sus programas. Hace poco recibí una invitación del Instituto de Cultura Polaca de Londres para asistir a una exposición del centenario del primer cartel cinematográfico de Polonia. Los factores socioeconómicos que nos han llevado a estos excesos son evidentes. Pero existen también razones más profundas para explicar el constante aumento del número de aniversarios. En estos tiempos de cambios tan rápidos por el progreso tecnológico es muy fácil olvidarse del pasado. Los signos que acostumbraban a perpetuar esta peligrosa tendencia a la memorialización han demostrado escasa eficacia. Hoy paseamos o conducimos nuestros autos por numerosas plazas donde se alzan estatuas de hombres y mujeres ilustres sin leer o advertir siquiera sus inscripciones. Muchos de los lugares sagrados conmemorativos de hechos míticos o religiosos parecen haber tenido mejor suerte, y aún atraen a multitud de peregrinos. En términos seculares, se han convertido en visitas renombradas para turistas que gustan de oír que tal casa o, al menos tal lugar, está exactamente tal y como la dejó alguien célebre, como si allí el tiempo se hubiera detenido. Sólo un aniversario es capaz de transmitir a una comunidad de gente que comparte unas mismas ideas la certeza de que existen logros y sucesos que desafían a la mortalidad, como había esperado Horacio con tanta razón. Pues su obra pertenece a la civilización, a la cultura universal que hunde conscientemente sus raíces en el pasado. Como consecuencia, el aniversario, a diferencia de una celebración ritual, no niega en modo alguno el transcurso lineal del tiempo. Puede también apercibirnos de la distancia que nos separa del hecho celebrado, que no debe perderse en la memoria… Me gustaría cerrar este discurso con una expresión inglesa intraducible, que combina alegremente las concepciones del tiempo cíclica y lineal: Many happy returns of the day”.

Ernst Gombrich (1909-2001)