En Pura anarquía, de la misma forma que en Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, Sin plumas y Perfiles, Woody vuelve a ejercitar su talento sobre el cuento cómico, el relato satírico o la viñeta humorística. No hace falta más que echar una hojeada al índice para saber que eso que hemos llamado “Máquina Woody” está de vuelta. Ahí están títulos como “Errar es humano; flotar, divino” (sobre esas sectas que pululan por todas partes y que son capaces de prometer y pedir cualquier cosa a cambio de nada); “Sam, le has puesto demasiado aroma a ese pantalón” (sobre la idea de hacer ropa con olores especiales, entre muchas otras funciones, como la de batería para cargar el celular, por ejemplo); “Calistenia, urticaria, montaje final” (sobre una colonia de vacaciones para niños índigo con aspiraciones cinematográficas); “Atención, genios: Pagos sólo al contado” (sobre el pago en especies), y “Así comió Zaratustra” (sobre el supuesto hallazgo del libro Sigue mi dieta de Nietzsche)...
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