Por Marcelo Damiani
Trabajo de porquería, piensa el jugador de pool, después de que nadie aplaudiera uno de sus tiros. Dos mosquitos y una mosca sobrevuelan el paño verde haciendo piruetas en el aire. El jugador se apresta a ejecutar un tiro difícil: Calcula las distancias, estudia los ángulos; piensa. Los mosquitos alcanzan a la mosca, la obligan a bajar sobre el paño verde y la desvisten. El jugador y los mosquitos empinan sus utensilios y apuntan con calma. La mosca empieza a gemir. Adelante y atrás, adelante y atrás. El jugador mueve el taco y no se decide. Adelante y atrás, adelante y atrás. El taco golpea la bola blanca y ésta a la roja. Los mosquitos están a punto de terminar. Se escucha un grito de placer y los mosquitos se separan extenuados un instante antes de que la bola roja les pase por encima. La bola azul recibe el golpe de la roja y las dos entran impecablemente en la buchaca de la esquina. La gente se pone de pie y aplaude satisfecha. El jugador de pool, la mosca y los mosquitos se incorporan, hacen una reverencia y piensan al unísono: Cada vez es más difícil entretener a estos locos.