Es sólo un juego, dicen quienes no lo juegan. Un arte, una ciencia, dicen los jugadores. "El ajedrez es una forma de producción intelectual que posee un encanto peculiar. Siempre he sentido un poco de lástima hacia aquellas personas que no conocen el ajedrez. Justamente lo mismo que siento por quien no ha sido embriagado por el amor. El ajedrez, como el amor, como la música, tiene la virtud de hacer feliz al hombre", dijo Siegbert Tarrasch, un médico experto en terapia por hipnosis, que después de perder el match por el título mundial con Lasker, conservó el humor suficiente para jugar un segundo match cuyo único premio consistía en un kilo de manteca.
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