Por Marcelo Damiani
Este mes de
septiembre se cumplen 50 años de la publicación de la novela argentina más
original que se haya escrito. Me estoy refiriendo, por supuesto, a Museo de la Novela de la Eterna de
Macedonio Fernández. Única, por momentos hermética, sin duda genial, tal vez no
esté de más recordar que también es una obra póstuma. Fue editada 12 años
después de la desaparición de su autor, un poco gracias a la fama internacional
de Borges, pero en gran medida por el cuidadoso trabajo secreto del hijo de
Macedonio: Adolfo de Obieta (1912-2002). Verdadero albacea-factótum del
ordenamiento definitivo de los papeles dispersos de su padre. Si no hubiera
sido por él, seguramente la literatura argentina hoy sería mucho más pobre.
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