Por Gustavo Valle
Ensayemos una sinopsis: Amigos inseparables acuden a una residencia
creativa en Banff, Canadá, donde conocen a otros artistas y emprenden un
proyecto inconcluso y viven aventuras reales e imaginarias. Otra:
Amigos unidos por la crítica cinematográfica se funden en una tercera
identidad que los aglutina y que opera como receptor complementario de
realidades. Una tercera: Novela cuyos personajes son admiradores o
epígonos de Caín–Guillermo Cabrera Infante. En dos palabras, La
distracción es una novela sobre el cine y la amistad.
Y
también sobre el humor. Hay aquí un humor permanentemente alerta que
aparece en el momento justo en que la erudición o las disertaciones
conducen a los personajes hacia apretados laberintos; porque esta novela
es en parte una máquina reflexiva sobre la representación, y también
sobre la transformación de personas en personajes, o en heterónimos,
como aparentan ser muchos de los seres que vagabundean esta fantasmal
novela. Y con un narrador que se desliza entre todos ellos
enmascarándose, a su vez, constantemente. Un narrador que puede ser uno
de los personajes, una voz coral, o el autor mismo.
Como
ocurre en su anterior novela, El oficio de sobrevivir, Damiani acude a
una isla como escenario de las acciones, de los recuerdos y de la
invención imaginaria. A pesar de ocurrir en Canadá, la novela está
permanentemente sujeta a esa isla, que no es un lugar propiamente dicho
sino un clima, una red más mental que física en la que se encuentran
gregariamente varias voces.
El libro está prologado por el
mismo sujeto que prologa otros libros de Damiani: Alan Moon, quien
filtra personajes y situaciones que discurren por fuera, incluso, de la
obra que prologa. Es decir, Moon es un lector de ficción de la ficción y
va creando con sus prólogos un relato paralelo a la materia que
anticipa. ¿Un alter ego del autor? No. Más bien otro personaje de
ficción para el elenco. Porque como bien dice esta inteligente novela:
“Todos vivimos separándonos de nosotros mismos y desplegando nuestras
potencialidades en los mundos posibles que construimos con las
decisiones que tomamos, e incluso con las que no podemos tomar”.
Publicado en la edición impresa del diario Perfil (13-05-2014).