Por Marcos Rosenzvaig
Vivimos en una época donde acecha, agazapada, la distracción. Pero no
como desvío del cuidado o la vigilancia del intelecto, sino como viraje
vital. Una distracción nos puede costar la vida, aunque la vida también
puede ser una distracción. En ese ámbito en que lo sublime y lo profano
puede caber en el simple acto de distraerse, acaba de ser editada la novela La distracción de Marcelo Damiani.
(...)
El libro es una caja de resonancia llena de ecos. Su logro mayor, quizá, es que durante la lectura uno tiene la sensación de estar en una sala de cine contemplando la última película de los hermanos Coen, basada muy libremente en una vieja comedia de Plauto, cuyo guión ha sido perpetrado por la pluma paródica de Cabrera Infante y la imaginación de un gran fabulador.
El resultado es explosivo.(...)
El libro es una caja de resonancia llena de ecos. Su logro mayor, quizá, es que durante la lectura uno tiene la sensación de estar en una sala de cine contemplando la última película de los hermanos Coen, basada muy libremente en una vieja comedia de Plauto, cuyo guión ha sido perpetrado por la pluma paródica de Cabrera Infante y la imaginación de un gran fabulador.
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