Por Marcelo Damiani
Cuentan que Borges,
siendo adolescente, visitó Granada en compañía de sus padres, y, como les pasa
a casi todos, quedó totalmente enamorado de la ciudad. Muchos años después, ya
invidente, quiso volver, y una persona incalificable, de cuyo nombre no quiero acordarme, en la Alhambra, le leyó los
versos de Francisco Asís de Icaza: “Dale limosna, Mujer, / que no hay en la
vida nada / como la pena de ser / ciego en Granada”.
Cuánta razón tenía don
Francisco…
El texto completo acá.