Por Marcelo Damiani
El encuentro tiene lugar en la mítica confitería London, donde Cortázar situaría el principio de su novela Los premios. Acaba de terminar la hora de almuerzo de los oficinistas de la city porteña y el lugar empieza a adquirir cierta calma. Carlos Dámaso Martínez llega puntual, mira a uno y otro lado, y pide un cortado. "Durante la guerra de Malvinas —comenta— los dueños castellanizaron el nombre y le pusieron Londres, pero peor es el caso del bar Británico: Lo redujeron a Tánico, aunque a todos el espíritu nacionalista les duró poco".
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