Por Etgar Keret
¿Sorprendido? Pues claro que estaba sorprendido. Sales con una
chica. Una primera cita, una segunda cita, un restaurante por aquí, una
película por allá, siempre en sesiones matinales, exclusivamente.
Empiezan a acostarse, el sexo es espectacular y después llega también el
sentimiento. Cuando de pronto, un buen día, viene a ti llorando, tú la
abrazas y le dices que se tranquilice, que no pasa nada, y ella te
contesta que ya no puede más, que tiene un secreto, pero no un secreto
cualquiera, que se trata de algo tenebroso, de una maldición, un asunto
que ha querido revelarte todo este tiempo pero no ha tenido valor para
hacerlo. Porque se trata de algo que la oprime constantemente como si de
un par de toneladas de ladrillos se tratara. Algo que te tiene que
contar, porque tiene que hacerlo, aunque también sabe que desde el
momento en que te lo revele la vas a dejar, y con razón. Y al momento
vuelve a ponerse llorar.
El resto del cuento acá.
El resto del cuento acá.