Por René Depestre
Papá Hegel es savia soberana
en el olmo de la filosofía:
sus germanas palabras de filósofo
aún viajan triunfales
en torno a los seres, a las aves
y a las cosas bellas de la vida,
mientras su faro sigue ciego
al naufragio de los Negros del mar Caribe.
¿Acaso por esto el mar
es un poeta trágico?
Papá Hegel se sabe de memoria
como su pupitre, la dialéctica
del ser y parecer en sociedad
de plantación: amo y esclavo
colono/indígena
santo cristiano/loa vudú
francés/criollo
blanco/negro/mulato
no obstante sus palabras forman sombras en torno
a los problemas de la máscara y la verdad.
¿Acaso por esto mi vida
no es escalera de cristal?
Papá Hegel tiene fuertes manos videntes
de carpintero para alumbrar a giorno
leyes y secretos de la gran historia
de las humanidades, mas no tiene ojos de hermano
para las venas que corren, alocadas,
desoladas, por el bosque de la desdicha negra.
¿Acaso por esto, mi negra,
comemos y bailamos en la cocina
cuando es noche de fiesta en Occidente?