jueves, 3 de enero de 2019

Máquina Woody

"El suplicio es siempre no poder desprenderse de uno mismo."

Sören Kierkegaard


Alguna vez afirmó que lo único que lamentaba era no ser otra persona, tal vez sin darse cuenta que ahí no sólo condensaba su filosofía de vida, sino que también proporcionaba una de las claves quizá más importantes para contemplar su obra. Allan Stuart Konigsberg siempre quiso ser otro. Por eso rápidamente se apodó Woody, a mitad de camino entre el chiste fácil (woody en slang es la famosa stýsi griega), la caricatura (Woody Woodpecker es El Pájaro Loco) y el ideal masculino inalcanzable: Bogey (apodo de Humphrey Bogart). No es casual que uno de sus primeros grandes éxitos sea la obra de teatro Play it again, Sam (1969) donde utiliza la figura de su ídolo y el final de la ya por entonces mítica Casablanca (1942) para construir por contraste su propio personaje. Así, en Sueños de un seductor (1972) de Herbert Ross, basada en su propia obra, Woody encarna a Allan Felix, tímido y torpe como él solo puede serlo, especialmente cuando hay una mujer cerca, a excepción de la esposa de su mejor amigo: Linda (Keaton). Los grandes momentos del film suceden cuando la inseguridad de Allan proyecta la figura de Bogart.
Siempre seguro de sí mismo, con el infaltable impermeable gris, Bogey encarna a una suerte de mentor fantasmal que le imparte a su pobre pupilo duros consejos sobre cómo tratar a las mujeres. Así, Woody se postula como una parodia de Bogey, aunque es el imaginario de Woody el que proyecta a Bogey. El procedimiento funciona así: Cuando la incertidumbre paraliza a Woody, llevándolo al monólogo o al soliloquio, allí aparece Bogey (para impulsarlo a actuar); y cuando Woody actúa, desaparece Bogey. Y también Allan y Allen. Porque lo que queda al descubierto es el mecanismo de funcionamiento de esa máquina llamada Woody. El verdadero motor inmóvil de toda su estética es ese deseo de devenir otro, como lo demuestra la interminable sucesión de nombres, películas, libros, historias y anécdotas que su genio no puede parar de perpetrar, motivado por su ya famoso inconformismo universal.

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