Por Marcelo Damiani
Los ocho relatos de este volumen comparten cartel con una estrella terrenal. Se trata, por supuesto, de la ciudad. Verdaderos entes vivos cuyas cartografías, sumado a un aire leve de fábula futurista, alberga a acumuladoras compulsivas, adolescentes etéreas y soñadoras sospechosas, entre otros personajes inclasificables, siempre tratando de sobrevivir en territorios hostiles. Acaso la vida, reflexiona la protagonista del antepenúltimo texto, “es una acumulación y acumulación de capas, como sedimentos, como líneas y fisuras en las calles de una ciudad”. Gisela Heffes es una gran conocedora de las urbes literarias latinoamericanas, y aquí ha logrado glosar la dependencia epidérmica que todos padecemos con estas auténticas madres substitutas, duras, a veces invisibles o imaginarias, que a lo largo de nuestra vida parecen acogernos y expulsarnos con el mismo afecto y también, paradójicamente, con la misma indiferencia, casi como si se tratara de una relación sexual. Tal vez seamos una pareja de la ciudad en que vivimos e hijos de nuestra ciudad natal, aunque a veces ambas coincidan como en el caso de Edipo. Sin complejos, en este sentido, Glossa Urbana es un libro irrepetible y único, suerte de archipiélago de islas en miniatura conectadas por pasadizos subterráneos, a la espera de lectores con un verdadero espíritu de aventura.
El resto es pura ficción.