viernes, 1 de enero de 2016

El secreto de los parques

Por Marcelo Damiani

       No habría que olvidar, además, que “Continuidad de los parques” está protagonizado por un lector, un lector como nosotros; un lector, en todo caso, interesado en huir de su rutina aristocrática a través del policial. Este género, como es bien sabido, no sólo trae consigo la promesa de conclusiones tranquilizadoras, sino también la de aventuras y emociones fuertes, una suerte de subsistencia sustituta para quienes añoran (y sobre todo temen) una vida peligrosa. El problema, por supuesto, es cuando esas circunstancias dejan de ser ajenas y empiezan a tomar un cariz personal. El cuento explora esta posibilidad a fondo, cuestionando una de las certezas primordiales que sustentan nuestra relación con la lectura. Leemos libros para disfrutar del espectáculo de la vida y los peligros del mundo sin la posibilidad de la muerte. La página literaria, como la pantalla cinematográfica, es una barrera de protección poderosa. Sin embargo, el texto demuestra que puede convertirse en un espejo molesto, y a veces incluso devolvernos esa imagen de nosotros mismos que nunca queremos ver a sangre fría. A saber, la imagen de nuestro propio rostro sumido en el fango de la ficción, socavando los cimientos de la realidad. 

       El texto completo acá.